Sé uno más del barrio – Sol: Cómo ha cambiado la Puerta del Sol.
Si le preguntas a cualquiera por el lugar más conocido o emblemático de Madrid, seguramente nombren la Puerta del Sol. Es única por su ubicación en el mismo centro del país (aquí se encuentra desde 1950 el llamado Kilómetro Cero), su famoso reloj de torre del siglo XIX con el que la mayoría de los españoles se toma las doce uvas en Nochevieja y su importancia histórica. Porque la Puerta del Sol ha sido lugar de encuentro y concentraciones políticas desde hace mucho: 1 de mayo, Segunda República, entrada del Ejército de Franco, el 15-M…
Pero este icono también ha evolucionado desde sus inicios como la propia ciudad de Madrid hasta llegar a la imagen actual que conocemos.
Los orígenes de la Puerta del Sol
La Puerta del Sol, en sus orígenes, era uno de los accesos de la cerca que rodaba la urbe en el siglo XV y separaba el centro de la ciudad de los suburbios. Su nombre, proviene de un sol que adornaba la entrada y que habían colocado ahí por estar orientada la puerta hacia levante. Era un importante lugar de encuentro para los madrileños, pues aquí se encontraban importantes edificios como la Iglesia del Buen Suceso, San Felipe el Real o las gradas de San Felipe (uno de los mentideros más famosos de la Villa).
En 1766 Jaime Marquet comenzó a construir la famosa Casa de Correos, el edificio más antiguo de la Puerta del Sol y actualmente sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid. En 1847 pasará a ser sede del Ministerio de Gobernación, momento en el que se decide derribar algunas casas de la zona para realzar el edificio, dando como resultado una gran plaza.
En 1959 será nuevamente reformada incorporando en su centro una zona ajardinada y fuentes. Casi 30 años después, también se amplió y mejoró la zona peatonal.
El cartel de neón de los vinos Tío Pepe fue instalado en 1935 y la conocida estatua del Oso y el Madroño, fue erigida en 1967 enfrente del edificio del antiguo Hotel París. La estatua ecuestre de nueve metros de Carlos III es mucho más moderna, de 1994.
De los comercios tradicionales no nos queda mucho. Persiste, eso sí, la centenaria pastelería La Mallorquina, que lleva ofreciendo su deliciosa repostería madrileña desde 1894.